
15 de diciembre de 2018
EL TEATRO… ES DEL ACTOR

Por Clairet Hernández.
Actriz, directora, guionista y profesora de actuación
www.clairethernandezblogspot.com
@trilogiaactoral
@laactuacionorganica
@clayhernandezm
Muchas veces se ha asegurado eso de que "el teatro es del actor, y el cine es del director", pero en si, ¿qué significa esta aseveración? Sabemos que el director de teatro es quien dirige, coordina, guía, dibuja la obra en su mente y busca plasmarla según su óptica y punto de vista. Normalmente es quien responde por la producción, la puesta en escena, la escenografía, la musicalización de la obra, la ambientación y otros ítems de una producción teatral.
Existen particularmente dos tipos de directores en el teatro: el director de la puesta en escena, y el director de actores. Pueden ser la misma persona o no, indiferentemente del presupuesto de la producción, sin embargo, un gran director de puesta no siempre tiene las herramientas de dirigir a actores, o al contrario, un gran director de actores puede no ser un gran puestista.
Sin embargo, así como Lee Strasberg estableció que “el mejor actor es el que no actúa”, yo siempre he dicho que el mejor director es el que no dirige, sino que simplemente trabaja con la propuesta que le dan sus actores y las armoniza en función de su primer esbozo. Por supuesto, esto me atrevo a afirmarlo sin ningún ánimo de restar importancia a la preponderancia del director, pues dentro de una producción, éste puede ser la persona que más sufre emocionalmente… ¿por qué? Porque tiene que estar pendiente del más mínimo detalle dentro de todo el conjunto, y a la vez es quién no menos tiene el control de todo, pues se escapa de sus manos la ejecución de todos los factores que intervienen en una función.
Y es allí donde la máxima “el teatro es del actor” cobra vida, ya que además del rol de creador que obtuvo el actor -gracias al trabajo y legado de Constantin Stanilavski, donde se derrotó la figura de “director-dictador”- desde que el actor pone el primer pie en el escenario, toda la responsabilidad cae en sí mismo, y ya el director no puede hacer nada, no tiene control de nada, por lo que es el momento más vulnerable en la vida de un director de teatro, más si se trata de la función del estreno, pues “si la obra gusta y sale bien, es gracias a los actores, pero si sale mal, es culpa del director”.
No es nada sencillo ser director de teatro, es poco lo que se le reconoce, y es de quién menos está pendiente el público que acude a una función teatral, a menos que sea un público especializado.
En cambio, un director de cine, es el auténtico “autor” de una película -sea o no el guionista-, es quién interpreta el guión, y el resultado que vemos en pantalla, es tal cual como este la vio en su mente.
¡CULTURÍSIMA...
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